Leona está causando el alboroto habitual, destruyendo una manzana entera para atrapar a un criminal. Mientras sus equipos reciben otra reprimenda del jefe de policía torpe y presionado, aparece un observador idiota.

Un viejo amigo de Leona es asesinado misteriosamente. Leona se ausenta para cazar al asesino. De alguna manera, el alcalde y el jefe nunca se dieron cuenta de que Leona es el miembro menos adecuado para cualquier tipo de trabajo encubierto o vagamente sutil.

Un gigantesco camión automatizado lleno de explosivos corre directamente hacia el centro de la ciudad, arrollando todo a su paso.

El querido Bonaparte de Leona es robado y, al rastrearlo, Leona descubre que las Hermanas Puma se lo llevaron porque un investigador había escondido algunos datos ultrasecretos sobre nuevos narcóticos virtuales en el tanque.

Otra versión del vehículo araña ataca una prisión y libera al asesino del amigo de Leona. A eso le sigue una serie de pistas falsas y falsas alarmas de ataques terroristas. La Policía de Tanques está movilizada y dispersa bastante.

El traidor planeaba desertar a otra megacorporación malvada, matar al alcalde era parte del trato, descubre que el alcalde todavía está vivo y envía dos robots araña para atacar el hospital donde el alcalde está siendo tratado.