El sargento García recibe una nota misteriosa del Zorro. El feliz soldado lee que el Zorro se entregará. Cuando regresa por su espada, se ha ido, por lo que regresa tristemente al cuartel sin haber capturado a su enemigo. Llega al pueblo un mensajero herido. Afirma que fue atacado en la oscuridad por alguien que luego robó la nómina del ejército, y ofrece el resto de la espada del sargento García como prueba. El magistrado ordena arrestar al sargento; y, en un juicio rápido, García es declarado culpable y condenado a muerte. Sin creer que su amigo es culpable, Diego decide averiguar quién robó al mensajero. El Zorro atrapa al hombre y lo obliga a regresar al pueblo, con la esperanza de llegar a tiempo para salvar a García. El sargento condenado se salva por poco con la llegada del Zorro. El Zorro encuentra una pluma en la posesión del hombre, como la que tiene el asesinado Rojas, esta pluma se corta en un código secreto y convence al Zorro de que realmente existe una conspiración.

El recaudador de impuestos del Rey y su sobrino son detenidos por conspiradores, mientras se dirigían a Los Ángeles. Los conspiradores amenazan a los hombres a menos que cooperen, luego confiscan los documentos oficiales de Morales. Los forajidos luego le dicen que regrese a la capital o matarán a su sobrino, Domingo, a quien mantienen como rehén y, después de que se vaya, se ve a Domingo como miembro de la conspiración criminal. Una vez que Azuela se ha consolidado como agente del Rey, comienza a cobrar una serie de impuestos altos y crueles. Un sargento García reacio no tiene otra alternativa que seguir las órdenes de Azuela, y pronto muchos de los aldeanos están en la cárcel.

El falso Ortega y el magistrado anuncian que han capturado al Zorro, y un carro con un hombre enmascarado es arrastrado a la plaza del pueblo. Se llevará a cabo un desenmascaramiento público al mediodía y Diego teme que un inocente sea acusado de los "crímenes" del Zorro. También se da cuenta de que todo puede ser una trampa, por lo que cuando se pone su disfraz y cabalga hacia la plaza para liberar al prisionero, observa atentamente a los soldados.

La esposa del comandante, Raquel, visita a Quintana y Fuentes y luce su pluma de águila, demostrando que es parte de la conspiración. La mujer les informa que el Águila está furiosa por la pérdida de la carga de pólvora y que es absolutamente necesario recuperarla si no quieren que los maten. Mientras tanto, Diego y Bernardo están ocupados escondiendo los bienes robados al Águila, pero ven a García y sus soldados mientras se dirigen hacia ellos. Para desviar la atención del sargento, Tornado es capturado intencionalmente. Al día siguiente Diego va a visitar a su caballo y, impulsivamente, da órdenes de que Tornado lo siga inmediatamente. La escena es advertida por Fuentes, quien asegura que Diego podría ser el Zorro, y habla de ello con Raquel quien, sin embargo, cree que es imposible.

El sargento García y los demás soldados se sorprenden una mañana cuando todos los mosquetes parecen fallar. Cuando revisan su pólvora, se dan cuenta de que ha sido reemplazada por carbón. Un registro del cuartel revela que se ha robado toda la pólvora, dejando el puesto indefenso.

Los ambiciosos planes de Raquel para su esposo parecen terminar cuando recibe una carta de él. El Águila le había prometido que él sería nombrado gobernador de California, pero su esposo quiere que se una a él en San Diego, ya que planea navegar de regreso a España. Al darse cuenta de que el Águila no la dejará ir, intenta escabullirse del pueblo, solo para ser atrapada por Quintana.

Decididos a encontrar las joyas perdidas, Diego y Bernardo visitan a un padre local con la esperanza de que pueda ayudarlos en su búsqueda, pero el viaje es en vano. Más tarde, cuando Carlos Murietta se queja al sargento García por el baúl perdido que tenía guardado en la curtiduría, Diego está más convencido que nunca de que las joyas las escondió Mordante antes de su muerte.

Otro cargamento de joyas robadas llega al pueblo y Dolores Bastinado, sin saberlo, permite que su hermano, Pogo, entregue el cargamento a los hermanos Murietta. El baúl se resbala y se abre, y Pogo ve varias de las gemas. Se da cuenta de que los hombres intentarán matarlo para proteger su secreto, pero lo capturan antes de que pueda huir. Los Murietta lo atan y amordazan, luego lo esconden cuando oyen llegar al Sargento García.

Don Alejandro convence a todos los terratenientes de que firmen un documento en el que se comprometa su lealtad al gobierno, pues le preocupan las crecientes señales de posibles disturbios civiles. Deja una copia en la hacienda y se lleva el original al capitolio, con la intención de presentárselo al gobernador. Alejandro apenas se ha ido cuando Diego recibe una noticia poco grata. Un nuevo administrador llegó al pueblo y anunció su decisión de utilizar la hacienda de la Vega como su sede.

Un ministro de un país extranjero llega a Los Ángeles para discutir planes para ayudar a Eagle Rebellion. George Brighton, el agente, advierte a Varga que puede haber resistencia. Su gobierno quiere una colonia obediente, no un pueblo luchado por revueltas internas. Varga promete ceder el control como está predeterminado, pero siempre está preocupado por la lista de terratenientes leales al rey y dispuestos a hacer cualquier cosa para mantener su libertad. L'Aquila planea capturar a algunos patriotas y torturarlos para obligarlos a revelar los nombres de los demás en la lista. Diego descubre el plan y le entrega un mensaje a García para su sirviente, ordenándole que advierta a todos los demás del peligro. El sargento, sin embargo, se olvida de entregar la carta al sirviente, por lo que Varga logra capturar a uno de los patriotas, haciendo que Don Diego se enfurezca. El Zorro interviene para salvar al hombre y, con la ayuda de García, vuelve a derrotar al Águila.

Diego escucha a Varga decirle a su ayudante que la hacienda de la Vega es tan cómoda que tiene la intención de convertirla en su sede permanente. Sabiendo que su padre regresará pronto y luchará hasta la muerte para proteger su hogar, Diego decide probar un plan arriesgado para expulsar al Águila.

Otro extraño llega al pueblo y viaja a la hacienda de la Vega, con la intención de encontrarse con el Águila. Diego reconoce al visitante como el Conde Kolinko, un embajador de un país de Europa del Este que durante mucho tiempo ha estado interesado en controlar California. Como el Águila se fue al pueblo, Diego logra convencer a Kolinko de que él también es parte de la conspiración. Casi logra obtener los detalles necesarios de la trama.

Bernardo, quien vigila a Varga, se molesta al ver a García conduciendo una patrulla de lanceros fuera del cuartel. Aún más inquietante es la visión de varios extraños que llegan a la sede del Águila. Cuando intenta mirar dentro, las puertas están cerradas, por lo que se apresura a advertir a Diego de la amenaza.

Diego continues his investigation into Señor Verdugo's business by riding to his house, where Verdugo greets him and Bernardo with his arm in a sling. Although Verdugo claims an old injury is bothering him, Diego suspects he may be the leader of the robbers, so he sets a trap.

The kidnappers send word that Anna Maria must meet them if she wants proof her father is still alive, but Diego warns her it is a trick. Romero argues that she must go, so she agrees to go with him, Garcia and Reyes.

Ricardo asks for Diego's help in winning Anna Maria's heart, for he feels Zorro is too much competition for the two men to overcome. If they can make it seem that Zorro is seeing another woman, Anna Maria will scorn him, thus dropping the field of suitors to a more manageable size. Ricardo plans to accomplish this by dressing as Zorro and serenading Anna Maria's cousin, Milana del Carmen.

When a jovial mountain man, Joe Crane, arrives in the pueblo, he is threatened with arrest for traveling in Spanish territory without official permission. Sergeant Garcia warns him to leave town but changes his mind when Crane buys him a few drinks in the tavern.

Basilio has begun to enjoy his stay in Los Angeles despite Zorro's interference. He is surprised at how well his war bonds are selling, for the landowners have decided to help support the Spanish government as much as possible.

Even with his stolen gold gone, Basilio plans to remain in Los Angeles as a wealthy man. He decides to do so in a way that will let him exert a hold over Moneta Esperon, the attractive daughter of a wealthy landowner.

The recovering governor is beginning to become irritated by his confinement to the de la Vega home. At times it seems as if the only thing that can pacify him is a music box. Almost as soon as it begins to play, the governor falls asleep. Knowing that the Rebatos are still trying to kill the governor, Diego uses the box to lull him to sleep then Bernardo moves him to safety.

Celesta Villagrana and her servant, Montez, are on their way to Los Angeles when a hooded robber stops them and steals her jewelry. The thief knocks the travelers to the ground then departs, leaving Celesta lying there unconscious.