Cuando el escuadrón Shinoa llega tarde, se dan cuenta de lo seria que es esta misión para Guren. Sabiendo que esta es una misión imposible en la que muchos morirán, Guren deja de lado sus emociones y ordena a sus hombres que no necesariamente sobrevivan, sino que ganen.

El escuadrón Shinoa vuelve a aprender el hecho duro y frío de que es muy posible perder camaradas, pero no hay tiempo para llorar. Deben seguir adelante para ir a rescatar a los rehenes. Inmediatamente después de su partida, Mika y los otros vampiros también llegan a Nagoya.