Tras su experiencia al transformarse en zorra, Chise regresa a casa para encontrarse con la leanan sídhe que vive junto al viejo Joel, quien le implora que ayude al hombre.

Tras usar el ungüento prohibido de las hadas, Chise deberá afrontar un castigo que la dejará muy débil. Por ello, el mago y Oberon llevarán a la muchacha a la tierra de las hadas para encontrar una solución.

La llegada del solsticio de invierno también es sinónimo de la Navidad, y Chise va hasta Londres para encontrarse con Alice y tener la oportunidad de comprarle un regalo al mago.

Cuando Chise, el mago y Ruth salen de casa para ir a visitar a Simon, se encuentran con una niña asustada que asegura que su hermano ha desaparecido. Será entonces cuando Chise y los demás decidan ayudarla.

Cuando Stella visita a Chise para darle las gracias por haber salvado a su hermano pequeño como prometió, el mago comenzará a sentirse de una manera extraña que nunca antes había experimentado.

Cuando unos dragones desaparecen de su tierra mágica, los hechiceros de la universidad pedirán ayuda al mago y Chise, quien no se podrá negar ante el vínculo que tiene con estos maravillosos seres.

Tras intervenir en la subasta del dragón, la situación se tornará desesperada para Chise, pues la muchacha se sacrificará de nuevo con unas peligrosas consecuencias.

Mientras se conocen mejor el uno al otro, Chise y el mago harán acto de presencia en el aquelarre de las brujas.

Cuando menos lo espera, y en el momento menos propicio, Chise volverá a aquellos días de su niñez que, a pesar de comenzar de manera feliz, le marcaron muchísimo por un dramático acontecimiento.

Sin Chise a su alcance, el mago vaga desesperado en su búsqueda hasta encontrar a la reina de las hadas, quien no dudará en ayudarle.

Haber sufrido no da derecho a lastimar a otros. Ese es el mensaje que Chise quiere hacerle entender a Cartafilo, o Joseph, ahora que además el mago consiguió encontrarla.