Shino quiere que su amiga Saki abra los ojos y no permita que Naoya juegue a dos bandas. Ante la proximidad de las vacaciones de verano, es el turno de intentar que Nagisa no suspenda y se pierda toda la diversión veraniega por culpa de las clases de repaso. ¿La salvadora inesperada? Shino.

Shino llega a la casa para impedir que Sakisaki tenga que compartir a Mukai con Minase, pero ¿qué resultado tendrá esto?

Llega el festival de fuegos artificiales y Sakisaki se prepara para intentar besar a Naoya con la ayuda de los ánimos de Shino, pero nuestro protagonista es como es y...

¡Caos! ¡Destrucción! Naoya corre buscando a Saki para ver el festival con ella, pero Nagisa también lo busca. ¿Qué ocurrirá al final? ¿Podrán crear recuerdos veraniegos?

Sakisaki gana un (nada sospechoso) premio consistente en una gran cantidad de equipo de acampada, así que Naoya y las chicas parten a disfrutarlo.

Mirika ha secuestrado a Naoya y declara que no está dispuesta a rendirse, por mucho que él la evite o la rechace. Como siempre, Naoya se toma todo muy en serio y...

Con la llegada de Mirika a casa, la situación se complica. ¡Incluso quiere dormir con Naoya! Pero el resto no quieren quedarse atrás.

Nuestro grupo protagonista parte a Okinawa gracias a que la familia de Shino les cede su casa de veraneo brevemente. Allí Sakisaki tiene un claro objetivo, pero Minase también tiene el suyo propio. Mientras, Mirika intentará aprovechar que conoce el secreto de Shino para hacerla trabajar para ella.

Mirika ha secuestrado a Naoya y lo ha encerrado en una habitación mientras Saki y los demás intentan encontrar la llave. A Shino le sorprende la determinación de Mirika y empieza a cuestionarse la forma en que ha estado ocultando sus propios sentimientos.

Shino sigue reprimiendo lo que siente por Naoya, pero la situación en la isla y que caiga enferma harán que la amabilidad del joven vuelva a afectarle. ¿Qué hará con sus dudas?

Ahora que Shino ha dicho lo que siente, ¿qué hará? ¿Huirá como quiere?