Los Carcamales enfrentan su primer caso: el de Pablo, un viejo contador, a quien culpan injustamente por apropiarse de las platas destinadas a leyes sociales de cientos de trabajadores de una empresa.

Los Carcamales tienen una segunda misión relacionada con el tráfico de inmigrantes venezolanos. Mientras tanto, la policía sigue investigando el primer caso y pone a cargo a la comisaria Laura de la Carrera… hija de Mariano.

Los Carcamales encaran su tercera misión, robando los pagarés de un instituto que dejó a sus estudiantes sin poder terminar sus carreras y endeudados por muchos años.

Para resolver el cuarto caso, Mariano se infiltra en una mesa de póker luego de seducir a la mujer de Eugenio García, el dueño del casino, con el proposito de hacerse con dinero suficiente para sacar de la cárcel y pagar las millonarias deudas de Carlos.

Luego de sobornar a sus captores. Julián, Cuervo y Mariano le explican a Laura toda la verdad sobre los Carcamales. Laura se lleva el dinero del póker para evitar que los viejos se sigan metiendo en líos, lo que lleva a Ricardo a querer vender sus órganos para lograr pagar su deuda con el prestamista.

Los Carcamales van al fundo de Cañas para buscar pruebas que demuestren que son inocentes.

Laura junto a los Carcamales se refugia en casa del chico Lucy, hasta donde también llega Ascanio, a quien todos creen muerto. Entre todos, deciden secuestrar a Antonio, para obligarlo a trabajar para ellos.

La FDI logra dar con el escondite de Los Carcamales y nuevamente los toma detenidos. En su trayecto a la prisión, Ascanio se infiltra en el furgón policial y los libera. Los Carcamales saben que ahora tendrán tan solo una oportunidad más para desenmascarar la red de corrupción y comienzan a planificar su última jugada.

Varas debe ir en busca de Baltazar, el prefecto de la FDI y convencerlo de que lo acompañe al evento donde se encuentra González Clark y con ello, prometerle que si delatan al pez gordo, podría llevarse toda la fama de la resolución de este caso tan turbio.