Tras recibir la noticia de que su padre ha caído enfermo y ha tenido que ir al hospital, Nagomu, el hijo pródigo de una familia de confiteros de Kioto, regresa a su hogar tras 10 años para hacerse cargo del negocio familiar. Nagomu está preparado para ello, pero ¿quién es esa niña pequeña que dice que heredará ella el negocio? ¿Y por qué lo odia tanto?

Mitsuru Horikawa, un estudiante de secundaria, trabaja en Ryokushou con Itsuka. Verlos a los dos conversando alegremente junto al fregadero hace que Nagomu se sienta un poco celosa. Si bien Mitsuru trabaja a tiempo parcial en Rykoushou para ayudar económicamente a su familia numerosa, también se dedica a la música. Y sus actividades musicales generan algunos problemas.

Una mañana, de camino a la escuela, Itsuka ve a alguien que se parece a su padre subiendo a un autobús. Para ver si realmente es él, se sube al mismo autobús, pero termina quedándose dormida. Habiendo perdido de vista a la persona que se parece a su padre, Itsuka llega a Ohara cerca del Templo Sanzen-in, donde se encuentra con alguien inesperado.

Tsukiyama, una clienta habitual, cancela su pedido. El padre de Nagomu, Heigo Irino, está furioso con él pensando que Nagomu ha vuelto a hacer algo. Heigo y Nagomu van a disculparse con Tsukiyama, pero allí descubren que la cancelación en realidad está relacionada con otra persona que trabaja en Ryokushou, Saki Seto.

Itsuka se encuentra con Kanoko Matsukaze, la exnovia de Nagomu, mientras da un paseo con Mitsuru en su día libre, así que deciden ir a comer y pasar el día juntas. Mitsuro y Kanoko, que no se conocían de antes, se emocionan hablando de Nagomu, lo que deja perpleja a Itsuka por la atmósfera inusual entre las dos mujeres.

Itsuka está un poco triste porque se acerca el festival deportivo donde los niños participan con sus padres, pero Nagomu y los miembros de la confitería se encargarán de que se divierta. Además, el Ryokushou recibe un visita inesperada.

Llega una alumna en prácticas a la confitería Ryokushou, la cual admira desde hace años a uno de sus artesanos. Nagomu intentará enseñarle cómo trabajan allí.

Las compañeras de trabajo de Kanoko le preguntan por qué vino a Kioto. Ella rememora cómo conoció a Nagomu y cómo fue su relación cuando vivían en Tokio. Mientras tanto, Nagomu está preocupado porque ha perdido el gorro de su banda: Manju de castaña. Con la ayuda de Kanoko e Itsuka intenta encontrarlo.

Se acercan las navidades y tanto Mitsuru como Kanoko quieren pasar la Nochebuena junto a Nagomu, mientras que Itsuka duda sobre si su madre cumplirá su promesa de ir a verla por Navidad.

Es Año Nuevo y, como es costumbre, Ryokushou lo celebra vendiendo un dulce llamado hanabiramochi. Solo hicieron lo suficiente para acomodar los pedidos anticipados, pero de repente aparece un hombre sin reserva. Después de escuchar los sentimientos del hombre hacia su difunta madre, Nagomu toma una decisión. Más tarde, todos los de Ryokushou acuden al santuario a pedir sus deseos para el próximo año.

Nagomu se ha resfriado y tiene fiebre. Mientras duerme para recuperarse, recuerda a un amigo de sus días de instituto que se fue a Tokio para perseguir un sueño. Esa noche, mientras Itsuka cuida de Nagomu, mira por la ventana y ve la nieve cayendo. Al ver la nieve acumulada en el suelo, Itsuka recuerda el día en que la dejaron por primera vez al cuidado de la gente de Ryokushou. Itsuka no guarda buenos recuerdos de la nieve, pero Nagomu tratará de cambiarlo haciendo muñecos de nieve con ella.