Evolución. Competencia. Extinción masiva. Tres reglas fundamentales que han permitido el surgimiento y la caída de la vida en la Tierra por más de cuatro mil millones de años.

Durante millones de años, la superficie de la Tierra fue inhóspita. Pero en el mar, la depredación permitió que especies prosperaran antes —y después— de dos extinciones masivas.

El musgo, los árboles enormes, los insectos voladores, los anfibios con extremidades: las primeras especies buscaban dominio, mientras la tierra pasaba de hostil a hospitalaria.

Después de la tercera extinción masiva, los ancestros de los mamíferos fueron los reyes del supercontinente Pangea. Pero las lagartijas pronto dieron paso a la era de los reptiles.

La formación de los continentes, con sus distintos ambientes, permitió que hubiera una explosión de biodiversidad, y aceleró al máximo la evolución de los enormes dinosaurios.

El impacto cataclísmico de un asteroide acaba con los dinosaurios. Las aves resurgen de entre las cenizas y se reinventan hasta conseguir una dinastía que abarca 10 000 especies.

Los mamíferos surgieron de las sombras de los dinosaurios y pasaron de ser los menos favorecidos a los conquistadores de la tierra, el aire y el mar gracias a adaptaciones únicas.